• ¿Cómo está viviendo esta situación?

Es una situación muy atípica y muy dura, en el sentido de que hemos tenido que pasar un confinamiento duro. Nosotros, como ópticos, somos sanitarios y podíamos tener abierto nuestro comercio, pero al no haber nadie en la calle, los dos meses que estuvimos confinados, el centro estuvo cerrado. Eso sí, con un teléfono de emergencias siempre disponible para las personas que nos necesitaran. En general, ha sido una situación muy dura, tanto a nivel de pérdida laboral como de pérdida de atención a nuestros clientes presencialmente.

• ¿Ha cambiado mucho su trabajo a lo largo de este último año?

Sí, ha cambiado. Ahora se hacen muchas cosas con cita previa para que no haya acumulación de personas en la Óptica y así poder cumplir con el protocolo sanitario. Hay mucha limpieza, desinfecciones semanales, mucha ventilación…

• Y los pacientes, ¿han modificado en su forma de adquirir productos?

La demanda ha cambiado aunque también va por periodos. La crisis se nota y los clientes se retienen en la compra de determinados productos. Es verdad que hay más ahorro, pero también menos gasto. Aunque la vista es importante y el confinamiento implicó cambios visuales porque se incrementó el tiempo frente a la televisión, tablets y otros aparatos electrónicos, eso no se ha traducido en más gasto. Todavía la gente tiene miedo e incertidumbre y prefiere ahorrar.